domingo, 31 de agosto de 2008

El Viento

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Se asomó a la vereda. Salió. La puerta se cerró detrás de sí, alguna ráfaga…: fue una señal. No se podía entrar, no se podía volver atrás. Todo había sido dicho. ¿Qué gracia tiene una despedida si no se va el que se despide? Faltaba irse. Y ahora… Parecía el momento de dejar, esta vez sí, las cosas como estaban y marcharse. Subió calle arriba. Cada paso era aire. La noche, más desierta que la calle. Sólo el viento y alguien caminando, alguien corriendo. No se podría haber regresado, así como el viento no volvía. Había sido el viento el que había cerrado la puerta. El viento había tomado la decisión. Tal vez, sino, no habría podido irse.









El hermoso viento es de Usova



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martes, 19 de agosto de 2008

A Edgar el abrazo

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Un vez soñé con calles color tierra, suelen tener ese color cuando efectivamente son de tierra; claro que hay tantos color tierra como recuerdos guardan las personas...
Un vez soñé con los fresnos de esas calles. Uds saben que los fresnos son árboles graaaandes que se vuelven amarillos en otoño y pierden todas sus hojas. Un espectáculo digno de ver en las calles de mi pueblo.
Un vez soñé con siestas y estampidas, con barro y galletitas. Una vez soñé con bicicletas, siempre viejas, ¿te acordás Edgar, de nuestras bicicletas? Soñé que plantábamos un árbol en alguna plazoleta. Y crecía, no lo arrancaban, crecía. Soñé que pedaleábamos hasta el Hospital todos los martes. Y reías. Soñé la galería. Las perras y las vías ¿¡te acordás de las vías!?
Soñé la pasarela y la heladería. Soñé la crueldad, y con la envidia...

Los niños no somos inocentes.. conocemos lo peor de las personas en la niñez, para eso sirve la niñez, para descubrir. También para descubrir a los amigos. Si nacieramos adultos y tuviéramos que enfrentarnos al mundo sin haber vivido niñez alguna, pereceríamos al primer instante. La niñez nos hace fuertes, nos enseña a sobrevivir y nos sobrevive. Y si nosotros sobrevivimos a la niñez lo hacemos gracias al que juega al lado nuestro.

¡Qué llenos de infancia estan nuestros días!
Una vez soñé con vida transcurrida
Un día me desperté y pensé
que habías sido mi amigo toda mi vida.
No tuve que soñarlo.
Era de día.


15 de Julio de 2008.





Casi la esquina de mi casa, nuestro barrio.
Los fresnos, el chivato, el pino, la araucaria
Edgar y yo debemos andar por ahí.



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martes, 12 de agosto de 2008

Los mentirosos calendarios

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Quién vive un año en doce meses? puras mentiras de los calendarios distraídos, de los calendarios muertos sin ser matados, de los que pasan siempre igual, de los que repiten y repiten hasta el cansancio...

quién vive un año en doce meses
si hemos muerto tantas veces
y tantas otras hemos comenzado
cuántas muertes hemos vencido
este invierno desvelado
cuántas veces
nos hemos levantado

Y a quién se le ocurrió una vez juntar el tiempo y la muerte? un calendario, un nuevo otro, que nace cuando nos dejamos

Dejarnos...
Dejarnos sentados, esperando en cualquier banco
Plantarnos

Dejémonos sentados,
no nos creamos tanto ser
Dejémonos plantados
Traicionemos la existencia en pos de la vida
Dejémonos matados
Veamos qué renace
Después de abandonarnos

La memoria nos salva
Tanto
Como el olvido nos reinventa

Dejémonos dejados
Permitamos a veces
Olvidar lo esperado
Dejémonos naciendo
Dejémonos creciendo
Dejémonos amando

El calendario se deshoja en otro invierno, el reloj se cansará uno de estos días,
y nosotros seguiremos renaciendo, con la muerte que vendrá junto a la vida.








Este Gato de Cheshire prefiere el té, y los relojes locos de Alicia, el sombrerero, el conejo, a los calendariosiempreiguales. He pensado en Ud. Vlt, y en Ud. Gabriela, al subir este viejo texto.
La ilustración es de Usova un nuevo favorito acercado por Mariux



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domingo, 3 de agosto de 2008

El Tiempo

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A medida que pasan los años
Menos pasa el tiempo
Y más pasan los años






Este gato que espera es para la Cari, un mundo en donde los gatos se abrazan en los tejados y en los tapiales. Mundo que es un placer habitar y que me habite. Mundo que amo.
La ilustración es, como otras veces, de Irisz Agocs.
Los abrazos de aquí son suyos, lector/a.



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